Encerrados entre 4 paredes, miedo e incertidumbre fuera, tristeza y dolor dentro, separación,
ausencias…alarma social…y tiempo, mucho tiempo para sentir…para SER...para mirar diferente
y redefinir la vida…
El confinamiento nos pegó duro a todos.
Dicen que la limitación potencia la creatividad. En mi caso fue la tabla de salvación para no
caer en el delirio y la desesperanza.
El CINE y el HUMOR sostuvieron a flote nuestro AMOR. Reírnos de nosotros mismos recreando universos cinematográficos en pareja y escenas míticas que marcaron nuestra vida, era nuestro itinerario, nuestro cuaderno de bitácora confinado.
Llegó un momento en que los objetos nos hablaban, las películas aparecían ante nosotros en
forma de pimiento, tetera, balancín del gato o edredón de plumas…y todo comenzaba a
explosionar en carcajadas…las nuestras y las vuestras, cada día…uno tras otro…como liturgia
cotidiana.
Y nuestra casa se convirtió en los platós de la FOX y mi armario en vestuario de Almodóvar,
iluminábamos con linternas y luces de navidad y pegábamos la cámara del móvil con cinta
aislante a las ventanas para lograr profundidad de campo…
Y algo tan sencillo, tan “cutre” y falto de pretensiones cobró un valor incalculable…una enorme ternura con la que celebrábamos el hecho de estar VIVOS.
Y así logramos realizar una filmoteca de “pelis a mano” hechas con todo el corazón y con
mucha sorna y con la inestimable ayuda de Lucas Baró, @comando_jaza, que editó y creó con mimo logos personalizados para cada minipieza.
Y así las compartimos, plenos y gozosos por haber surfeado juntos las olas de este “enemigo
invisible y embravecido con nombre de mascota olímpica”…
Y seguiremos haciendo pelis, porque somos peliculeros y disfrutones.
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